Este texto fue escrito en 1989, hace más de 15 años, sin embargo las condiciones no han cambiado mucho; hoy en día quizá las políticas hayan variado un poco, pero en el trasfondo la condición de la mujer sigue marginada, de igual forma la explotación es invisible y se encuentra olvidada.
La sociedad industrial, desde el contexto mexicano se ha fortalecido y le ha entrado más fuerte al sistema capitalista; la mujer, tanto como el hombre siguen siendo objeto de explotación, mas la mujer lo es doblemente (casa, fábrica).
En ocasiones la mujer decide quedarse en casa para no enfrentar la doble jornada. A veces prefiere trabajar para no quedarse en casa y enfrentar la violencia familiar.
A partir de la caída de la URSS el capitalismo ha consumido casi todo, poca es la resistencia y poco se escucha de alguna propuesta socialista, tristemente las últimas esperanzas de luchar contra ese monstruo gigantesco imperialista se han visto silenciadas, hay un enajenamiento social automatizado; no obstante Marx sigue teniendo razón y la familia, el matrimonio y la propiedad se han preservado porque la sociedad burguesa habla desde ahí.
Si el concepto de familia se ha ido diluyendo en la clase proletaria es por el grado de sumisión que existe ante el capital, mas el hambre y la miseria son apremiantes y las oportunidades para sobrevivir en la ciudad globalizada cada vez son más difíciles.
Siendo las mujeres la mitad de la población en esta tierra, emancipar su condición indica emancipar gran parte de la opresión (Fourier).
Sí, se observa una liberación sexual desmedida, sin embargo de no ser liberación conciente puede caer en un sometimiento y dominación enorme, ya que se puede utilizar el concepto para tocar el orgullo de una persona joven y convencerle de anticuado cuando no acate a una relación sexual y eso sucede muy frecuente con las jóvenes menores de edad.
En la cuestión infantil, se observa una atmósfera de psicología, un temor y fobia a los problemas que puedan afectar al pequeño en los primeros años de su vida. Es interesante observar que les dan terapia por lo más ingenuo, lo más fútil, y son sobreprotegidos bajo el cuidado de la madre, debido a tantas teorías psicológicas que influyen miedo y represión en la vida de ciudad. Esto por el contrario, hace a los infantes más débiles y miedosos, se les dificulta enfrentar situaciones (cuando es exagerada la llevada a terapias) y crecen en paranoia.
A pesar de que se cuenta con la tecnología de los anticonceptivos, sigue habiendo vastos embarazos no deseados y es debido a la educación atávica que no permite una enseñanza y preparación correcta de la sexualidad. Tanto en la educación como en la familia, los medios de comunicación y la Iglesia, se sigue una tradición opresora contra la mujer, las relaciones entre hombres y mujeres no han cambiado mucho, lo importante es que ya sabemos las rutas para transformar dicha opresión, sólo hay que seguirla y vivirla.
La sociedad industrial, desde el contexto mexicano se ha fortalecido y le ha entrado más fuerte al sistema capitalista; la mujer, tanto como el hombre siguen siendo objeto de explotación, mas la mujer lo es doblemente (casa, fábrica).
En ocasiones la mujer decide quedarse en casa para no enfrentar la doble jornada. A veces prefiere trabajar para no quedarse en casa y enfrentar la violencia familiar.
A partir de la caída de la URSS el capitalismo ha consumido casi todo, poca es la resistencia y poco se escucha de alguna propuesta socialista, tristemente las últimas esperanzas de luchar contra ese monstruo gigantesco imperialista se han visto silenciadas, hay un enajenamiento social automatizado; no obstante Marx sigue teniendo razón y la familia, el matrimonio y la propiedad se han preservado porque la sociedad burguesa habla desde ahí.
Si el concepto de familia se ha ido diluyendo en la clase proletaria es por el grado de sumisión que existe ante el capital, mas el hambre y la miseria son apremiantes y las oportunidades para sobrevivir en la ciudad globalizada cada vez son más difíciles.
Siendo las mujeres la mitad de la población en esta tierra, emancipar su condición indica emancipar gran parte de la opresión (Fourier).
Sí, se observa una liberación sexual desmedida, sin embargo de no ser liberación conciente puede caer en un sometimiento y dominación enorme, ya que se puede utilizar el concepto para tocar el orgullo de una persona joven y convencerle de anticuado cuando no acate a una relación sexual y eso sucede muy frecuente con las jóvenes menores de edad.
En la cuestión infantil, se observa una atmósfera de psicología, un temor y fobia a los problemas que puedan afectar al pequeño en los primeros años de su vida. Es interesante observar que les dan terapia por lo más ingenuo, lo más fútil, y son sobreprotegidos bajo el cuidado de la madre, debido a tantas teorías psicológicas que influyen miedo y represión en la vida de ciudad. Esto por el contrario, hace a los infantes más débiles y miedosos, se les dificulta enfrentar situaciones (cuando es exagerada la llevada a terapias) y crecen en paranoia.
A pesar de que se cuenta con la tecnología de los anticonceptivos, sigue habiendo vastos embarazos no deseados y es debido a la educación atávica que no permite una enseñanza y preparación correcta de la sexualidad. Tanto en la educación como en la familia, los medios de comunicación y la Iglesia, se sigue una tradición opresora contra la mujer, las relaciones entre hombres y mujeres no han cambiado mucho, lo importante es que ya sabemos las rutas para transformar dicha opresión, sólo hay que seguirla y vivirla.
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