A mediados del siglo XX, se dio un imperialismo cultural que subvirtió la cultura en muchos aspectos, una peculiaridad fue la mayor apertura que se le dio a la literatura femenina, en la que a través de expresiones de la vida cotidiana se muestra la verdadera trama de la vida de violencia de género que enfrenta la mujer, y precisamente es a través de la literatura que surge este fenómeno.
Franco destaca un escrito de Elena Poniatowska (Hasta no verte Jesús mío), en el cual el personaje es tomado de la realidad y en él se observa todo un imaginario de la mujer de clase baja, rescatando así las voces de aquellos que tienen mucho que decir y son silenciados por no pertenecer a la ciudad moderna, a un mundo refinado y tecnológico al que sólo tienen acceso quienes se esclavizan a la globalización.
Este tipo de literatura cuestiona los valores de la familia tradicional y describe en sus escritos un tipo de familia distinto, disfuncional.
Como es un relato más que nada histórico, se observa que el feminismo de los 70, fungió como un empuje de fuerzas políticas y sociales que definió un parte aguas en los movimientos sociales de la segunda mitad del siglo XX.
Se destaca en primera instancia que cuando el movimiento social de la mujer se vio más fuerte, es en el preciso momento en que en Latinoamérica se vivía una terrible opresión contra todos los movimientos sociales (Chile, Argentina, Nicaragua, entre otros), fue entonces que las mujeres se agarraron de esas injusticias para no perder el camino que habían trazado y por ello a pesar de estar amenazadas, de haber secuestros, desaparecid@s, asesinatos y violaciones a los derechos humanos, no se quedaron con la boca cerrada, sino que se metieron a la guerra concientes de lo que había de venir, tal es el ejemplo de las madres de la plaza de mayo en Argentina, quienes se manifestaban con dolor y peligro ante la pérdida de sus hijos desaparecid@s.
Por tanto la familia se reconfigura en base a la necesidad que surge, una es la fuerza de trabajo, otra es la misma época que se prestaba para ser revolucionari@, dados los autoritarismos más recalcitrantes (68); aunque todas las épocas sean propicias, hoy en día los ánimos están apaciguados, no se observa por lo menos en México una insurgencia activa en la mayoría de la población (incluso las causas por las que se lucha son desconocidas en muchas ocasiones), quizá debido a que el país se disfraza de democracia, aunque detrás de ello el sufragio sea mancillado.
Concluye la autora explicando que las luchas feministas siempre se han subordinado por estar sumadas a otras luchas y no se ha dado una reivindicación de la mujer en su totalidad, estamos en proceso.
Franco destaca un escrito de Elena Poniatowska (Hasta no verte Jesús mío), en el cual el personaje es tomado de la realidad y en él se observa todo un imaginario de la mujer de clase baja, rescatando así las voces de aquellos que tienen mucho que decir y son silenciados por no pertenecer a la ciudad moderna, a un mundo refinado y tecnológico al que sólo tienen acceso quienes se esclavizan a la globalización.
Este tipo de literatura cuestiona los valores de la familia tradicional y describe en sus escritos un tipo de familia distinto, disfuncional.
Como es un relato más que nada histórico, se observa que el feminismo de los 70, fungió como un empuje de fuerzas políticas y sociales que definió un parte aguas en los movimientos sociales de la segunda mitad del siglo XX.
Se destaca en primera instancia que cuando el movimiento social de la mujer se vio más fuerte, es en el preciso momento en que en Latinoamérica se vivía una terrible opresión contra todos los movimientos sociales (Chile, Argentina, Nicaragua, entre otros), fue entonces que las mujeres se agarraron de esas injusticias para no perder el camino que habían trazado y por ello a pesar de estar amenazadas, de haber secuestros, desaparecid@s, asesinatos y violaciones a los derechos humanos, no se quedaron con la boca cerrada, sino que se metieron a la guerra concientes de lo que había de venir, tal es el ejemplo de las madres de la plaza de mayo en Argentina, quienes se manifestaban con dolor y peligro ante la pérdida de sus hijos desaparecid@s.
Por tanto la familia se reconfigura en base a la necesidad que surge, una es la fuerza de trabajo, otra es la misma época que se prestaba para ser revolucionari@, dados los autoritarismos más recalcitrantes (68); aunque todas las épocas sean propicias, hoy en día los ánimos están apaciguados, no se observa por lo menos en México una insurgencia activa en la mayoría de la población (incluso las causas por las que se lucha son desconocidas en muchas ocasiones), quizá debido a que el país se disfraza de democracia, aunque detrás de ello el sufragio sea mancillado.
Concluye la autora explicando que las luchas feministas siempre se han subordinado por estar sumadas a otras luchas y no se ha dado una reivindicación de la mujer en su totalidad, estamos en proceso.
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