jueves, 27 de marzo de 2008

La afirmación de la igualdad jurídica y política de las mujeres: los movimientos por la igualdad de derechos en Europa.

En la época de la revolución francesa, se escucharon voces y ecos de la lucha por la reivindicación de los derechos de las mujeres, a pesar de la fiebre de razón que existía de manera universal, el proceso de liberación se detuvo tajantemente. Resulta contradictorio y triste observar que una época de transformaciones como lo fue la Revolución en Francia, la independencia de las 13 colonias y los sucesivos procesos de independencia en América Latina, no fueron suficientes para incluir los derechos de la mujer; ni siquiera lo estaban pidiendo como favor, sino que estaban buscándolo por si mismas, luchando por un espacio en la política y una mejor sociedad, pero no se permitió prohibiéndoles participar en la política y relegándolas al hogar.
El estereotipo de que la mujer es débil y no puede enfrentarse al mundo por si sola ha hecho mucho daño, muchas mujeres incluso hoy en día se consideran invalidas y se sienten perdidas si no están acompañadas de la “fuerza” de un hombre. Es una ceguera totalmente, como lo afirma Lamas, es tan fuerte este estigma que la mujer adopta una actitud delicada y atenida, convirtiéndonos en invalidas de la vida.
Es ahí donde el poder juega su rol, el cual enloquece y pervierte, es el monstruo que ha sido alimentado por siglos en cada uno de nuestros actos.

Es de admirar la valentía de tantísimas mujeres a través de la historia, pues no ha de haber sido nada fácil el ir contra el mundo entero, incluso contra las mujeres tradicionales y sumisas, pues el miedo a la soledad, el que dirán, perder los privilegios de clase y de mujer, a veces incluso por pereza, no menguó sus ganas de transformar el mundo.
Los esfuerzos femeninos han sido olvidados, cuan terrible que por el hecho de ser mujer se rechace bajo prejuicio cualquier idea por buena que sea, se escucha el sonido nítido y suave de la voz de mujer y se confunde con debilidad, con vulnerabilidad e ingenuidad. Las mujeres son denominadas tiernas, inocentes, ingenuas, niñas y aun cuando estas características también pertenecen a los hombres (represión), ofende y denigra que detrás de todas esas designaciones se esconda la deficiencia mental.

Hay que reconocer que nos ha tocado vivir una época con más apertura y conciencia, o por lo menos así lo parece, es aquí donde entra nuestra responsabilidad y el lazo de camaradería que nos une con todas aquellas heroínas que se atrevieron a desafiar el establishment absurdo de aquellas épocas sombrías. Desde el aquí y el ahora las cosas parecen más fáciles, aunque es de notar que lo que ha cambiado son las modas y la infraestructura, pues las tradiciones y costumbres siguen vigentes aun en la mujer citadina. Es vital ayudar a que los alumnos de hoy tanto niños como niñas aprendan a tener una conciencia histórica y social abarcadora de todas las transformaciones, dado que es ahí donde va implícita la conciencia política que les ha de abrir los ojos y alzar sus alas al viento en dirección hacia un mundo con equidad de género, no sólo en políticas, sino en hechos.

Es increíble observar que antaño y hasta finales del siglo XIX, en la India se llevaba a cabo el suttee, que consistía en que la viuda del fallecido debía inhumarse en la pira funeraria de su marido.[1] ¿Qué nos dice esto?, la mujer no tenía ningún valor, incluso era de carácter voluntario y se hacía con honor.

México ha sido un país muy religioso, desde la llegada de los españoles y la evangelización, se trajeron prejuicios y tradiciones de sumisión, el catolicismo lo ha reforzado y ha mantenido a la mujer en un estado vegetativo mental.
Además la mujer no podía ser autosuficiente, pues no había oficios para ella, las opciones eran ser esposa, madre o monja. La religión sigue siendo un opio para el pueblo, incluso si lo vemos desde la educación, la iniciativa privada ha poblado de escuelas católicas a nuestro país y se sigue reproduciendo una visión degradante hacia la mujer, en la que se les vende una educación que no es liberadora, sino enceguecedora de la igualdad por la que tanto se ha luchado. Los gobiernos conservadores están logrando su objetivo y no se debe permitir dar un paso atrás, eso implica la falta de respeto, el olvido del valor y la fe constante de aquell@s luchadores sociales.

Lo más digno que podemos tener en esta época, es el derecho de que nuestros hij@s nazcan en un mundo libre de atavismos, en el que el deber-ser de la mujer no sea una pesada loza limitante y estanco de la sociedad, estamos en un proceso y hay que seguir concientes.
Es asombroso notar que con esta gran historia de las reivindicaciones femeninas y tantos años de lucha, se han abierto las puertas para mejorar la situación de los marginados; no obstante da un poco de tristeza notar que a pesar de la lucha para obtener el voto femenino en Europa, no fue suficiente para conseguir una sociedad más equitativa, a pesar de participar de la democracia, obtener puestos en la política y elegir a cierto representante que ofreciera un cambio radical, no se dio un cambio fundamental en la vida de las mujeres.
Hoy en día contamos con el derecho de votar, podemos estudiar lo que ambicionemos, logramos trabajar, ser independientes, manifestarnos[2] y hacer tantas cosas como se nos antoje, pero no todas las mujeres saben que tienen ese derecho y muchísimas de ellas son víctimas de abuso psicológico, físico y son privadas de su libertad de conciencia y acto; de ahí la gran importancia de hacer concientes desde la educación, pues romper con estos atavismos será siempre una lucha firme, incesante e inquebrantable, en la que no se olviden los esfuerzos, la sangre que ha corrido y el buen ideal humanitario que recoge esta revolución constante. Por ello, que cada uno de nuestros actos esté iluminado por la conciencia de género y la dignidad que como seres humanos merecemos.
[1] Referencia tomada de la enciclopedia de Microsoft Encarta.
[2] Aunque a veces la libertad política se disuelve en actos represivos tanto para hombres como para mujeres; México sigue enraizado al autoritarismo tradicional.

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