Mellor describe cómo surgen los términos ecología y medio ambiente, destacando a la científica Ellen Swallow, quien es ignorada por la comunidad científica de su tiempo, dada su insistencia en trabajar con mujeres, pues consideraba que eran ellas las que podían observar cómo se comportaban los cambios ambientales en el hogar. A estas teorías se les dio el nombre de “ciencias domésticas”, no dándole la importancia debida y olvidándolas en libros de historia e intentos de ciencia, debido al menosprecio de la razón en las mujeres que vivieron el siglo XIX. Anuncia a Rachel Carson como predecesora del ecofeminismo, debido a que ella ya advertía a través de sus escritos, la destrucción que el hombre blanco venía haciendo mediante sus conquistas científicas y tecnológicas, al querer acercarse a la modernidad.
La ciencia (razón) y el sentimiento no se pueden mezclar, dicen los positivistas decimonónicos y del siglo XX; es importante recalcar lo que pensaba Carson, no se puede comprender la naturaleza sin amarla. Hoy en día existe un olvido de la naturaleza, las nuevas generaciones citadinas nacen bajo el estigma de la tecnología y los aparatos que facilitan la vida, creen que la naturaleza existe para beneficiarse de ella, como ente aparte, se pone a la razón sobre lo natural y no hay un respeto al medio ambiente. Esto es grave y está desembocando en tragedia climática.
Otra propuesta ambientalista es la de Barbara Ward, quien previó que bajo la rapidez del crecimiento económico, habría que tomar en cuenta las reservas ecológicas y la cantidad de polución que el modo de producción traería consigo.
Una mala conciencia es la que liga a la razón con el dinero, hoy en día cuentan más los millones de dólares absurdos, que la vida misma; la razón debiera ser conciencia, participación, acción, ver cuál es el camino al que el llamado progreso nos ha llevado. No estamos en contra de la modernización y la tecnología (aunque a veces así sonara), sino de la desmesura ligada a la explotación del hombre por el hombre mismo[1].
Menciona también, que en su mayoría, los movimientos ambientalistas son precedidos por mujeres, quienes se dan cuenta primero que nadie de los problemas ambientales, las cuales han sido menospreciadas por ser asumidas como “amas de casa histéricas”; se pregunta si en realidad existe una relación entre mujer-naturaleza o si tienen una conciencia especial para estos problemas; admite no obstante, que también se hallan escritores varones, quienes tienen a menos la participación de las mujeres, llamándoles movimientos locales.
De cierta forma el desarrollo económico les afecta sobremanera a las mujeres, dado que son ellas en su mayoría quienes se encuentran en el ámbito de lo doméstico; habría qué medir cuantos males acarrean las nuevas tecnologías en relación con las enfermedades y el desequilibrio ambiental que traen consigo. Se subestima demasiado la vida tradicional para promover las prácticas capitalistas y no se observa el caos que viene en un futuro no lejano.
Lo cierto es que un movimiento social siempre va a estar ligado con otros, ya que la lucha siempre será en contra de cualquier grupo oprimido y esto ya es unirse bajo una misma causa aunque los ideales o líneas de pensamiento difieran.
Las soluciones que se han venido manejando a través de los años son (además de informes sobre la situación tan precaria de las mujeres):
La organización WID (women in development), la cuál no ve sólo el desarrollo económico sino humano, e identifica las relaciones de género en el hogar para plantear propuestas de desarrollo incluyentes. Otra propuesta es el control de la natalidad, no obstante no se veía claro cómo le iban a hacer las mujeres bajo un sistema patriarcal, en cuestión de la toma de poder en base a decisiones propias y la responsabilidad del varón en la procreación.
Hay mucho que decir sobre el tema, de qué forma las instituciones han creado conceptos que pretenden ayudar a frenar los efectos devastadores de la contaminación, no obstante no hay suficiente en el marco legal, como para obligar a los dueños del “desarrollo”[2] a que le bajen a las emisiones de dióxido de carbono y otros químicos; el desarrollo sustentable no se promueve lo suficiente y es increíble observar los cambios tan radicales que se han dado en el último siglo, sobra decir que es debido a la tecnologización y el desarrollo económico industrializado. Además de la revolución verde, se han venido dando otros intentos por controlar la naturaleza y esto ha destruido gran variedad de especies; los intentos del ser humano por controlar siempre caen en rotundas catástrofes vitales.
Como conclusión, veo que existen distintos debates en torno al ecofeminismo, uno es el espiritual y otro el social/ista, me parece que si los dos confluyeran en uno sólo, compartiendo el amor por la naturaleza y la lucha por obtener políticas de mayor envergadura respecto a las mujeres tanto del sur como del norte, el ecofeminismo espiritual no fuera exclusivamente relacionado con la mujer blanca de clase media, o quizá sobajado a ser una copia de las culturas orientales y desembocar como producto de mercado (tipo feng shui); del mismo modo, el debate ecofeminista social/ista estuviera más completo, ya que sería incluyente de la naturaleza hacia todo ser humano, pues como dice la autora, algunos feminismos observan el problema de la dominación en la relación mujer-naturaleza, no obstante el hombre blanco occidental y capitalista se ha separado de la naturaleza desde la industrialización y el no reconocer que somos parte de ella, significa excluir toda posibilidad de alternativas económicas y de respeto a la vida. Somos seres históricos y sociales, pero principalmente tenemos necesidades fisiológicas, por ello, tomemos conciencia que el principio de la vida es la diversidad y la fluidez de la naturaleza (contrario a toda dominación, tanto de la sociedad como de la naturaleza).
[1] Sin excluir a los demás seres humanos, esta frase se refiere al patriarcado y exclusivamente a la razón occidental.
[2] O lo que es lo mismo “progreso”, el cual ha sido contraproducente para la vida en muchos aspectos.
La ciencia (razón) y el sentimiento no se pueden mezclar, dicen los positivistas decimonónicos y del siglo XX; es importante recalcar lo que pensaba Carson, no se puede comprender la naturaleza sin amarla. Hoy en día existe un olvido de la naturaleza, las nuevas generaciones citadinas nacen bajo el estigma de la tecnología y los aparatos que facilitan la vida, creen que la naturaleza existe para beneficiarse de ella, como ente aparte, se pone a la razón sobre lo natural y no hay un respeto al medio ambiente. Esto es grave y está desembocando en tragedia climática.
Otra propuesta ambientalista es la de Barbara Ward, quien previó que bajo la rapidez del crecimiento económico, habría que tomar en cuenta las reservas ecológicas y la cantidad de polución que el modo de producción traería consigo.
Una mala conciencia es la que liga a la razón con el dinero, hoy en día cuentan más los millones de dólares absurdos, que la vida misma; la razón debiera ser conciencia, participación, acción, ver cuál es el camino al que el llamado progreso nos ha llevado. No estamos en contra de la modernización y la tecnología (aunque a veces así sonara), sino de la desmesura ligada a la explotación del hombre por el hombre mismo[1].
Menciona también, que en su mayoría, los movimientos ambientalistas son precedidos por mujeres, quienes se dan cuenta primero que nadie de los problemas ambientales, las cuales han sido menospreciadas por ser asumidas como “amas de casa histéricas”; se pregunta si en realidad existe una relación entre mujer-naturaleza o si tienen una conciencia especial para estos problemas; admite no obstante, que también se hallan escritores varones, quienes tienen a menos la participación de las mujeres, llamándoles movimientos locales.
De cierta forma el desarrollo económico les afecta sobremanera a las mujeres, dado que son ellas en su mayoría quienes se encuentran en el ámbito de lo doméstico; habría qué medir cuantos males acarrean las nuevas tecnologías en relación con las enfermedades y el desequilibrio ambiental que traen consigo. Se subestima demasiado la vida tradicional para promover las prácticas capitalistas y no se observa el caos que viene en un futuro no lejano.
Lo cierto es que un movimiento social siempre va a estar ligado con otros, ya que la lucha siempre será en contra de cualquier grupo oprimido y esto ya es unirse bajo una misma causa aunque los ideales o líneas de pensamiento difieran.
Las soluciones que se han venido manejando a través de los años son (además de informes sobre la situación tan precaria de las mujeres):
La organización WID (women in development), la cuál no ve sólo el desarrollo económico sino humano, e identifica las relaciones de género en el hogar para plantear propuestas de desarrollo incluyentes. Otra propuesta es el control de la natalidad, no obstante no se veía claro cómo le iban a hacer las mujeres bajo un sistema patriarcal, en cuestión de la toma de poder en base a decisiones propias y la responsabilidad del varón en la procreación.
Hay mucho que decir sobre el tema, de qué forma las instituciones han creado conceptos que pretenden ayudar a frenar los efectos devastadores de la contaminación, no obstante no hay suficiente en el marco legal, como para obligar a los dueños del “desarrollo”[2] a que le bajen a las emisiones de dióxido de carbono y otros químicos; el desarrollo sustentable no se promueve lo suficiente y es increíble observar los cambios tan radicales que se han dado en el último siglo, sobra decir que es debido a la tecnologización y el desarrollo económico industrializado. Además de la revolución verde, se han venido dando otros intentos por controlar la naturaleza y esto ha destruido gran variedad de especies; los intentos del ser humano por controlar siempre caen en rotundas catástrofes vitales.
Como conclusión, veo que existen distintos debates en torno al ecofeminismo, uno es el espiritual y otro el social/ista, me parece que si los dos confluyeran en uno sólo, compartiendo el amor por la naturaleza y la lucha por obtener políticas de mayor envergadura respecto a las mujeres tanto del sur como del norte, el ecofeminismo espiritual no fuera exclusivamente relacionado con la mujer blanca de clase media, o quizá sobajado a ser una copia de las culturas orientales y desembocar como producto de mercado (tipo feng shui); del mismo modo, el debate ecofeminista social/ista estuviera más completo, ya que sería incluyente de la naturaleza hacia todo ser humano, pues como dice la autora, algunos feminismos observan el problema de la dominación en la relación mujer-naturaleza, no obstante el hombre blanco occidental y capitalista se ha separado de la naturaleza desde la industrialización y el no reconocer que somos parte de ella, significa excluir toda posibilidad de alternativas económicas y de respeto a la vida. Somos seres históricos y sociales, pero principalmente tenemos necesidades fisiológicas, por ello, tomemos conciencia que el principio de la vida es la diversidad y la fluidez de la naturaleza (contrario a toda dominación, tanto de la sociedad como de la naturaleza).
[1] Sin excluir a los demás seres humanos, esta frase se refiere al patriarcado y exclusivamente a la razón occidental.
[2] O lo que es lo mismo “progreso”, el cual ha sido contraproducente para la vida en muchos aspectos.
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