miércoles, 23 de enero de 2008

Género, educación y desarrollo: encuentros y desencuentros

Las intenciones políticas no son suficientes, se le resta importancia a la educación, dándole prioridad a otros sectores cuando si se le diera la verdadera importancia a la educación, entonces se pudiera reformar la sociedad.

A lo largo de la historia de nuestro país, el Estado se ha preocupado mucho más por tapar los problemas dándole una solución temporal, un ejemplo son las calles, se erosiona el cemento y sólo tapan el hoyo, en algunos meses el hoyo se encuentra igual.
Como menciona Ruiz Bravo, al no haber una perspectiva de género en la educación, sólo es muestra de una falta de visión o el hecho de que la sociedad antropocéntrica no vea un problema en lo que está sucediendo.
Y sí que hay exclusión educativa, aunque algunos mencionen que vivimos en una sociedad libre y que ya no es como antes que existía tanta injusticia y desigualdad, eso es falso, pues sólo las formas cambian, aunque se le suelte la cadena al burro, este no se va porque ya se encuentra condicionado a los malos tratos del patrón.

Cómo puede tener libertad de pensamiento un ser al que desde pequeño se le dice que no puede, que es débil, que para qué estudia si algún día se ha de casar.
Es difícil que exista libertad de acción cuando no hay libertad de conciencia.
Hay una tendencia sobre la educación que considera que si una escuela tiene la mejor tecnología, entonces la educación mejorará; sin embargo el problema va más allá, la educación es un espacio cerrado, fuera del circuito de la sociedad, la formación la encontramos en todos los ámbitos de la sociedad, no podemos transferir los problemas de la sociedad al sector educacional, pues el problema es más profundo, si la educación es el pilar de la humanidad, pero la sociedad lo es en cierta forma desde las costumbres, la religión, los medios de comunicación y la familia, todos esos espacios e instituciones constituyen el ethos de la cultura.
Si se aplican ciertas reformas educativas en distintos países, variará el resultado, pues la formación es distinta y las necesidades de cada país lo son también.
Hay una idea que maneja la autora, en la cual se observa que la actitud de algunos docentes reafirma la discriminación en el aula, y que en algunas ocasiones la educación se ha vuelto el factor de diferenciación social, dado que en los países de la periferia y algunos del centro, la privatización de la enseñanza excluye a los pobres y ciertamente a las mujeres, pues cuando se contrata a algún profesionista se le da más valor a la educación privada que pública, cuando el esfuerzo ha sido más el de aquel marginado, en una sociedad elitista que busca preservar los privilegios de aquellos que mantienen el poder.

Uno de los problemas a enfrentar, ha sido y es la invisibilidad de la mujer en el ámbito de lo público, así como la discriminación en un mundo planeado para caballeros, en el que incluso las leyes les favorecen, parece curioso pero siendo en su mayoría el sector masculino el que mantiene el poder y maneja los hilos de la sociedad, pareciera que piensan que sólo viven en un mundo de y para hombres, pues en las políticas, leyes, estructuras, trabajos, etc., sólo se piensan y se construyen bajo el parámetro masculino.
La necesidad de la sociedad industrial atrajo a la mujer al campo de trabajo, pero por una necesidad, sin embargo no se le relegó la responsabilidad del hogar, y desde que abiertamente participa en la producción que antes sólo era un campo masculino, no se le incluye en los proyectos.

La sociedad se ha encargado de integrar a la mujer en el sector productivo, pero es de notar que el papel de la mujer se sigue reproduciendo con trabajos que continúan la labor del hogar, pero de manera remunerada, un ejemplo quizá un poco burdo serían los sectores educativos, de trabajo social, en los que destaca más la mujer porque se le ha hecho creer que hay cierto tipos de trabajos en los que ella se pudiera desempeñar mejor por ser estos sencillos y en los que no arriesgan sus vidas.
El miedo que se le ha inculcado a la mujer a salir a la vida pública es un factor determinante para que ella decida quedarse en el hogar, se les dice a las jóvenes, “tu no salgas tan tarde porque eres mujer, podrían abusar de ti”, la pregunta es, porqué vivir bajo los parámetros de una sociedad que castra a la mujer limitándola por el hecho de que fuera del hogar existe un mundo tenebroso y lleno de criminales que la pueden lastimar. Y si sale de noche, anda sola y le pasa algo le dicen “ella se lo buscó, pues qué tiene que hacer una mujer sola a esas horas en vez de estar en su casa” desde cuándo la noche pertenece a los varones.
Otro ejemplo es de qué manera se ha orillado a la mujer a la prostitución, regularmente las mujeres que se prostituyen no tienen educación, por lo tanto sostienen problemas económicos, la sociedad las excluye y tienen que buscar una “vida fácil” que de fácil no tiene nada y se les discrimina de una manera tal que se dice de ellas “son libres de elegir, a la mayoría les gusta, hay mucho trabajo en el que se pudieran desempeñar”, si bien es cierto que tienen libertad de elección en su mayoría (pues muchas de ellas están sometidas psicológicamente), como se atreve alguien a pronunciar que les gusta, cuando son utilizadas como un objeto sexual y ha de resultar repulsivo el sentirse utilizada por la lascivia de los clientes. En mi opinión personal se me hace que el sistema legitima la discriminación de la mujer permitiendo que se prostituya y estableciendo leyes de salubridad, sé que el problema de la prostitución no se diluye de la noche a la mañana y ha existido desde antaño, sin embargo me parece de lo más triste que una sociedad legitime dichas acciones, en lugar de ofrecer alternativas para erradicar ese trabajo tan espinoso.

En el contexto social-político-histórico que vivimos existe una falsa creencia general de que la mujer ya ha sido partícipe en su totalidad de su liberación, se ve al feminismo como un problema de la mujer (en su mayoría lesbianas), cuando en realidad es un problema que le compete a ambos géneros, sin embargo hoy en día la problemática está rebasándonos, pues los estudios de género han tomado rumbo, esto nos indica la gran desigualdad que existe. Es importante destacar que como lo menciona la autora, el problema no es de la mujer o del hombre en particular, ambos son partícipes de las relaciones de género y ambos interactúan bajo estereotipos formados desde el nacimiento, por tanto ambos tienen que luchar contra el ethos[1] cultural.

Que distinta sería nuestra sociedad si tanto hombres como mujeres no nos limitásemos en aprender a utilizar nuestras habilidades sin discriminar alguna actividad por motivo de género, no limitarnos constituiría la base para una sociedad más igualitaria.
[1] La cultura, tradiciones, costumbres en la que fuimos educados es un elemento muy fuerte en el cual ambos somos partícipes, por lo tanto es cuestión de ambos géneros luchar por deshacer dichos estereotipos que marcan las diferencias entrambos.

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