Hay una falacia que se nos inculca y se ha venido repitiendo a través de los siglos, esto es, el invento del reloj biológico (en el sentido del embarazo); antaño uno de los objetivos de vida de las mujeres era parir, de no ser así se sentían frustradas, incapaces, subvaloradas (¡más!), inservibles, no aptas para el matrimonio y decidían sacrificarse ni siquiera haciendo el intento de buscar una pareja, por sentirse rechazadas incluso por ellas mismas, era tan grande y valorado el hecho de ser madre, que a las mujeres les dolía el no poseer ese milagro de la vida que casi las santificaba; por ello cada mujer que tocaba el altar, en cuanto se casaba tenía hijos, muchos, esto para no ser mal vista, ya que si no tenía hijos significaba que estaba con el marido por placer, y el placer siempre ha sido del demonio si es para las mujeres. Entonces, remitiéndome a mi punto, no hay tal reloj biológico, aunque nuestro cuerpo sea animal, la razón nos da la razón cuando una mujer decide no tener hijos y no se muere por ello, inclusive al estar casada.
La autora inicia describiendo los diferentes tipos de mujeres comparando determinados arquetipos con los mitos de las diosas griegas; discrepa de las teorías de las mujeres “normales”, estoy de acuerdo con ella, ya que cuánto han sufrido las mujeres que rompen con patrones, cuando si se salen un poco del cuadro son tachadas de infernales, desde la ropa, el atuendo, la voz, el cabello, los gustos por las profesiones, etc.
Es curioso que también entre mujeres nos estereotipemos desde la primera mirada, sucede con más frecuencia quizá por la libertad que tenemos para vestir, no debería de ser así, sin embargo debido a la infinidad de modas y clichés tan definidos, nos damos a la tarea de prejuiciar, no teniendo en cuenta que detrás de ese ser humano existen aspiraciones, gustos, metas, tristezas, alegrías y tanto en común con nosotras mismas.
Dice la autora que la mujer debe hacerse conciente para poder desarrollarse, pues en el interior tiene poderes muy fuertes que sólo falta descubrirlos, y cómo hacerlo, pues a través de los mitos de las diosas griegas que ayudarán a la auto-comprensión. Esta comprensión debe encaminarse a encontrar nuestra potencialidad, de qué somos capaces y qué hemos elegido, qué nos satisface y nos gusta hacer, para seguir por ese camino.
Hace una comparación con el psicólogo Jung, en donde afirma que bajo las categorías junguianas es difícil encasillas a las mujeres, dado que son multifacéticas y con su teoría de las diosas griegas se puede de mejor manera.
Siendo los dioses tan parecidos a los seres humanos en su carácter, la autora divide a las diosas en vírgenes, vulnerables y alquímicas, las vírgenes son independientes puesto que no caen en la vulnerabilidad del enamoramiento, no sufren; las vulnerables representan los papeles tradicionales de la mujer y las alquímicas son las que representan a la mujer que puede cambiar, que se transforma y no se encasilla ni en santa, ni en libertina, sino que ejerce su sexualidad sin remordimiento y no cae en el embrujo de la relación victimizada.
Concluyendo, me parece que a la lectura le hizo falta profundidad, ya que hace una comparación de lo multifacético de la mujer con las diosas griegas, acorde con la personalidad de cada una, sin embargo no ahonda en el tema, sólo describe.
La autora inicia describiendo los diferentes tipos de mujeres comparando determinados arquetipos con los mitos de las diosas griegas; discrepa de las teorías de las mujeres “normales”, estoy de acuerdo con ella, ya que cuánto han sufrido las mujeres que rompen con patrones, cuando si se salen un poco del cuadro son tachadas de infernales, desde la ropa, el atuendo, la voz, el cabello, los gustos por las profesiones, etc.
Es curioso que también entre mujeres nos estereotipemos desde la primera mirada, sucede con más frecuencia quizá por la libertad que tenemos para vestir, no debería de ser así, sin embargo debido a la infinidad de modas y clichés tan definidos, nos damos a la tarea de prejuiciar, no teniendo en cuenta que detrás de ese ser humano existen aspiraciones, gustos, metas, tristezas, alegrías y tanto en común con nosotras mismas.
Dice la autora que la mujer debe hacerse conciente para poder desarrollarse, pues en el interior tiene poderes muy fuertes que sólo falta descubrirlos, y cómo hacerlo, pues a través de los mitos de las diosas griegas que ayudarán a la auto-comprensión. Esta comprensión debe encaminarse a encontrar nuestra potencialidad, de qué somos capaces y qué hemos elegido, qué nos satisface y nos gusta hacer, para seguir por ese camino.
Hace una comparación con el psicólogo Jung, en donde afirma que bajo las categorías junguianas es difícil encasillas a las mujeres, dado que son multifacéticas y con su teoría de las diosas griegas se puede de mejor manera.
Siendo los dioses tan parecidos a los seres humanos en su carácter, la autora divide a las diosas en vírgenes, vulnerables y alquímicas, las vírgenes son independientes puesto que no caen en la vulnerabilidad del enamoramiento, no sufren; las vulnerables representan los papeles tradicionales de la mujer y las alquímicas son las que representan a la mujer que puede cambiar, que se transforma y no se encasilla ni en santa, ni en libertina, sino que ejerce su sexualidad sin remordimiento y no cae en el embrujo de la relación victimizada.
Concluyendo, me parece que a la lectura le hizo falta profundidad, ya que hace una comparación de lo multifacético de la mujer con las diosas griegas, acorde con la personalidad de cada una, sin embargo no ahonda en el tema, sólo describe.
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